Giulietta Masina


¡Ay! Robó el corazón a Fellini y luego al cine entero, primero como la pizpireta Gelsomina de su filme La Strada, después inmensa en Las noches de Cabiria. Hubo más películas pero Giulietta ya se había entregado entera y fulgurante, desbordando las pantallas con su mirada. Irrepetible, y sin embargo verla de nuevo es volver a enarmorase de ella como la primera vez.

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