Historias de la palma de la mano, por Yasunari Kawabata


Curiosa medida la del hueco de la mano y su equivalencia con el pajarillo enfermo que recoges del suelo. Es el espacio justo que daba Kawabata -Premio Nobel de Literatura en 1968- a cada microrrelato, el género que coleccionó toda su vida como si fuesen postales anónimas que llegaban a su casa por error; miniaturas oníricas, sensuales y siempre inconclusas.
El escritor aprieta estos cuentos en su puño, y los sopesa bien antes de lanzarlos al estanque: algunos se hunden a plomo, pero muchos otros logran deslizarse graciosamente hasta la otra orilla. Y en esa orilla se ve el propio Kawabata después de suicidarse por asfixia, y a su amigo el también escritor Mishima decapitado, y toda la literatura japonesa del siglo XX devolvernos su mirada engañosamente serena.  
En definitiva, prosa frágil para historias (más de medio centenar ordenadas cronológicamente en un pequeño volumen, así de pequeñas son) sobre personajes envenenados por la vida, por el silencio, por los sueños, o en definitiva por la espera de la muerte, que es lo que al final nos queda cuando abrimos la mano.


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