Hormigas voladoras: variación fascinante

Con las primeras lluvias del otoño se repite el rito por el que hormigas voladoras colonizan nuevos territorios. Es dicho popular que para su mal les salen sus alas; pero las hormigas, que gilipollas tampoco son, sus motivos tienen para acometer esta misión suicida. Y, de paso, ponen un poquito de realismo mágico a estas fechas.
El Día D todos los hormigueros de una misma región se sincronizan siguiendo criterios de humedad y temperatura, y sus miembros alados -no, "no mutan cuando llueve": fueron creados y programados expresamente con este fin- buscan futuros emplazamientos al tiempo que se aparean en el aire. La mayoría no llega a ver el nuevo día: sólo volaran una vez. Pero las hembras supervivientes ya fecundadas (o princesas), dejan caer sus alas para fundar un nuevo hormiguero. Como otras infinitas cosas en la naturaleza, si uno se para a pensarlo, esto es bastante más complicado que sacar otro modelo de iPhone.

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