Los Curris y el fraguel opresor


¿Quién no recuerda con empatía a estas laboriosas criaturas de Fraggle Rock, las mismas que erigían con resignación cristiana una y otra vez sus edificios de pasta de nabo? ¿A quién no se le encogía el perineo al ver cómo volvían al trabajo con el mismo e inútil empeño? y a propósito, ¿por qué no se indignaban, pobrecitos mios?
Alegoría gomaespumada de la condición humana, los pobres Curris (Doozers en el original) eran entes sin ombligo estructurados en colmena. A falta de ambiciones, puentes festivos o tensión sexual, levantaban estructuras que nunca habitarían de forma casi metastásica, hasta que el fraguel opresor lo demolía a bocados. De hecho, si no lo hacían, todo el mesosistema peligraba, pues de lo que Jim Henson quería prevenirnos era de cómo funcionaba el mundo exterior, ése que describía el tío Matt asombrado en sus cartas: un mundo donde nuestras aspiraciones serían aplastadas sin piedad por gigantes, fantoches caprichosos.

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