Melancolía: Apocalíptica à la Von Trier



Más que una película, esto es un cofre experiencia; pero no de ésos que todos regalamos en navidad y ninguno desea recibir (menudo marrón), sino de los que gozas... si no sufres intolerancia a Lars von Trier, a su lírica y a su mala hostia. Porque un estudio ha demostrado que 72 de cada 100 sicilianos, y 56 de 108 italianos del norte (51 %) padecían de este rechazo al director danés, y que es hereditario y permanente. ¿O era a la lactosa?
El fin del mundo à la Von Trier se presenta en un elegante díptico. Estamos en medio de algo que se acaba, si no lo ha hecho ya (angustia que resultará familiar para muchos en los tiempos que corren), y esa incómoda sensación de haber llegado tarde te acompaña hasta el último y ensordecedor fotograma.
Para conseguirlo nos aprisiona en el microcosmos de una opulenta finca que se pudre cual bodegón muy bien pintado. Los actores, impecables, te obligan a mirar esa estrella que tilila amenazante, cada vez más cerca, y la sensación de que se va todo a la mierda te acaba paralizando hasta aplastarte con ellos. Advierto. Algunas imágenes de Melancolía no te van a abandonar nunca, porque verás tus miedos privados cernirse sobre ti. Y por eso es cine invasivo, cine el que te arrolla, gran cine. Así que revisa tus intolerancias y preparado para el impacto.

Comentarios

  1. Los 8 primeros minutos, resumen de lo que será toda la película, son hipnóticos, acompañados por el Preludio de Tristán e Isolda de Wagner, que además es la música que suena a lo largo de toda la cinta. Desconcertante a momentos, pero te deja sin pestañear. Una peli IMPRESCINDIBLE

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  2. Yo no he visto nada más terrorífico que esa estrella que se acerca. Agradezco ser arollada de esta inquietante manera de vez en cuando.

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