Las plácidas navidades de Berlanga


Ya sé que nadie me ha preguntado, pero puesto a elegir una película navideña, yo me quedo sin dudarlo con Plácido (1961) de Berlanga: un revulsivo para tanta felicidad esponsorizada y caridad postiza suministrada por vía rectal. No es mi favorita del director; pero dentro del género, hace un daño irreparable y representa una alternativa fetén a la reposición ritual de películas en estas fechas - tristemente conocida por nosotros todos. 
Azcona fue cómplice de un guión que, con el pretexto de ponernos "un pobre en la mesa", mete el dedo en el ojo y aprieta bien. España se sirve como un postre casposo, Contesa helada y perfectamente estratificada, desmoronándose al calorcito del café. Nada nuevo bajo el alumbrado: familias viviendo en los aseos públicos, bajo el yugo del plazo bancario; una administración ¡cómo no! kafkiana; burgueses santurrones y logística apostólico-romana en sonora procesión; y coronando éste retablillo, mendigos tentetiesos que sólo aspiran a ser reinas por un día e hincar el diente al condenado pavo.
Y qué reparto, eh.
Venga. Franqueen la línea que separa el esperpento de la realidad y no sabrán, con razón, en qué lado están están; ni desde luego, si reir o llorar.

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