Gogos a gogó

Creo que estoy perdiendo el control. Flechazo hoy del abajo firmante con los gogos Crazy Bones, resistentes figuritas de roscón venusiano. Muy de actualidad entre los escolares -nunca sabremos cuántos han tragado y defecado penosamente- los gogos evolucionan de la clásica canica; pero como ésta, sirven para chocar unas piezas con otras y se categorizan por colores, materiales y tamaños.
Hace unos años causaron furor hasta la instauración de la Era Tazo en los recreos, y ahora vuelven a las estanterias del Todo a 100 de tu barrio en sobres de 2 o 3 unidades con tal éxito que temo incorporarme muy tarde: van por la cuarta generación, caracterizada por los colores metalizados y unos diseños menos espectaculares. Siguen siendo, en cualquier caso, realmente salados.
Me han sugerido que madure y busque amigos. Pero quiero añadir que yo me siento fenomenal, y que si reseño ésta aparente tontería, es porque rasgar un sobre y descubrir qué muñecos te han tocado representa un genuino placer estético; fugaz, como casi todos, pero económico e inocuo. El hecho irrefutable es que los gogos me han alegrado el día. Mañana, Dios dirá.

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