El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (Oliver Sacks, 1985)

Una noche Christina soñó que sus pies no la sostenían y las manos dejaban de obedecerla. Al despertar, descubrió que era cierto: apenas podía moverse salvo que mirase sus pies al andar o las manos al usarlas. Si apartaba la vista de los pies, caía al suelo; si dejaba de observar el tenedor en su mano, resbalaba entre los dedos. Sin previo aviso, Christina había perdido la propiocepción, los "ojos del cuerpo", la forma que tiene el cuerpo de verse a sí mismo.
Como buen hipocondriaco recelo de la divulgación, no digamos ya de cuanto recrea dramáticamente enfermedades. Pero lo del neurólogo Oliver Sacks es otra cosa: se aproxima más al género del suspense, incluso al terror. Sack es el doctor que inspiró la película Despertares, el mismo que sacó momentáneamente de su letargo a un grupo de pacientes afectados por encefalitis. ¿Os ubicáis ahora?
Pues bien, en el libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Sacks describe algunos de sus casos más peculiares; tratándolos, no como freaks, sino de forma sencilla y humana, pero igualmente fascinante.
Son vidas ejemplares, a su manera. Los hay que pierden la memoria constantemente, a veces cada pocos segundos, obligados a reinventar vez tras vez quiénes son y dónde están; otros son incapaces de apagar la emisora que suena en su cabeza; y no faltan autistas, pero con habilidades prodigiosas. Dedicadles algo de tiempo. Será poco (el texto es breve), pero de calidad.

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