Vais a disculpar mi ignorancia pero nunca escuché que durante un golpe militar en Indonesia hubiesen masacrado a más de un millón de presuntos comunistas, sirviéndose de gánsteres y paramilitares para ello. Menos aún, que el gobierno actual siga conmemorando la matanza y sus ejecutores sean tratados como estrellas del rock n' roll por la opinión pública.
The act of killing sabe que la historia no es nueva. Pero asume el riesgo de congregar a estos verdugos para que se pavoneen recreando sus crímenes del modo más artístico que se les ocurra, y el resultado es surrealista, espeluznante... y agotador. En lo meramente formal parece querer transcender al documentalismo y consigue ser una experiencia total pero a costa de nuestra paciencia: de buena gana le quitaba yo media hora de metraje.
Sin embargo todo los halagos que leáis sobre The act of killing son justos. Tanta impunidad repugna y acojona. Y los síntomas de duda o arrepentimiento que asaltan a los protagonistas durante las escenificaciones son fruto de su propia, vanidosa estupidez; el resto del tiempo, lúcidos, sólo veréis criaturas diabólicas. A todos ellos les deseo desde aquí el peor, más terrible e ignominioso de los finales.
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