Raphael fue el Mario Vaquerizo de los años 60


Vaya por delante que admiro como el que más la alianza artística formada por el primer Raphael y el compositor Manuel Alejandro (nuestro Bacharach patrio) que nos regaló grandes canciones, bien interpretadas y con arreglos sofisticados. Pero tras someterme voluntariamente al visionado de tres películas de esa etapa, a cual más atroz, mi conclusión es que Raphael fue el Mario Vaquerizo de los años 60 por su provocativa indefinición en general y un incorregible divismo en particular. Con la diferencia, claro, de que Raphael está mucho menos quemado. Y es, también, un truño de actor.
Títulos examinados:
CUANDO TÚ NO ESTÁS (1966): Filmado en pleno despegue del cantante de Linares por Mario Gas. Raphael no desprende una sola feromona en en todo el metraje y se mantiene estático y asexuado sobre el eje de su recto incluso en los números yeyé. Lo más bonito que pasa es que lleva a su novia a un pueblo abandonado; novia que, os lo avanzo ya, al final se muere.
DIGAN LO QUE DIGAN (1968): Raphael haciendo las Américas y rodeado de amigas con moños choucroute. Sin embargo él sólo puede pensar en un tal Miguel. También repite Gas en lo malo y en lo peor (los mimbres del cesto son los que son). Miguel es su hermano, eh.
EL GOLFO (1968): Esta ya es una serie zeta como un piano. Vicente Escrivá, el pájaro, empezó a hacerle películas como churros. Ahora de repente Raphael está más gordo, es de Caracas y se llama Pancho, con dos cojones. Advierto que aparecen Shirley Jones, después otra novia entre los juncos de una especie de tribu troglodita, montones de primeros planos asfixiantes y el peor repertorio con diferencia (ojito con el cover tóxico de Goin' Out Of My Head). Aunque interprete un rol 100% hetero, el artista se lo pasa pirata cantando. Además incluye una escena terrorífica en la que chulean a una turista gringa preguntándole, "a mi me llaman el Gallo, ¿sabes por qué?" para renglón seguido calzarle un guantazo a la mujer que se te hiela la sangre. Lo peor es cómo reacciona ella en el vídeo adjunto. Hay que verlo. O no.


Hasta aquí mi desambiguación de Raphael, que supo jugar en una época difícil la baza de la autodefinición de género como un producto comercial perfectamente calculado. Conviene aclarar que todas estas películas ya han prescrito.

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