A la pequeña Madelaine los indios le arrancaron la lengua para no escuchar sus lamentos tras ver cómo degollaban a sus padres. Le marcaron la cara como a una yegua. Fue violada por sus rescatadores. Huérfana, viuda, el grito escapa por esos ojos capaces de refrigerar un barco atunero entero: los ojos de Eva Green comiéndose por las patas The salvation (Kristian Levring, 2014).
Lo siento por Mads Mikkelsen, que siempre está bien, pero el papel de La princesa es lo más salvable de una película que intenta seguir escrupulosamente las instrucciones para armar un buen western... como si todo estuviese en los libros. En su pretensión de aunar la sordidez recreada en Deadwood y la violencia según los cánones de Sam Peckinpah, acaba –con el paso de los minutos y los trenes– por intimidar menos de lo que su brutal arranque promete. Eso sí, en un lugar donde la venganza es el deporte nacional, Madelaine merece reclamar la sangre de sus muertos. No sé de ellos, pero todos los demás hijos de perra en The Salvation ya van derechitos al infierno.
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