El trazo mágico de Seiho Takeuchi


Adscrito a la corriente Nihonga, que reivindicaba el arte tradicional nipón, Takeuchi (†1942) esboza en tinta y con enorme expresividad gallos, monos, gorriones -le fascinan-; de vuelta de una Europa que ya era japonista a muerte, trae consigo la nueva cromática para impregnar sus manchas. Manchas maravillosas, manchas que pertenecieron a ellos mucho antes que a nuestros impresionistas.
La sutileza del dibujo sumi-e convierte el párpado en papel secante, y reduce el dibujo a la evocación del mismo. El don de Takeuchi fue, por el contrario, su inusitada habilidad para animar criaturas que escapan del trazo y se mueven curiosas sobre el papel de arroz. Nunca renunció a las técnicas de sus antepasados, pero el de Kioto fue, y lo fue en el mejor sentido, un artista moderno.











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