Tras una exposición intensiva en el puesto de trabajo a los boleros de Café Quijano, que son lo que Bertín Osborne a las rancheras, me han entrado unas ganas tremendas de desenfundar uno de mis long plays secretamente adorados: sí, lo confieso aquí y ahora, se trata de Eydie Gorme con los Panchos (Amor, en la primera edición norteamericana de 1964; distribuido tarde y mal por CBS en España como Canta en español con..., 1970). Ya lo he dicho y ahora me siento mucho mejor. No me confundan con un carroza: su música me sigue provocando el mismo cosquilleo que la más serena de las bossanovas o, así a bote pronto, un pop campestre de los sesenta. Es un clásico popular, clásico de caja de vinilos de saldo si lo prefieren, pero que en definitiva nos sobrevivirá a todos.
¿Chapurrea los boleros la Gorme? Chapurrea, cómo no. Pero en lo que viene a llamarse castellano ladino, que le da un plus de encanto kitsch al repertorio y además casa de maravilla con el rasgueo del trío. Llama la atención que sus primeras grabaciones se registraran por separado ("aprovechando las facilidades de nuestra era supersónica", presumen elusivamente en contraportada) pese a que Los Panchos ya residían en Nueva York. No se juntaron ni para la foto promocional, vamos. Pese a todo esto, la química entre los cuatro es evidente y Columbia decidió exprimir el pelotazo aunque ni el segundo volumen -ahí está mi favorita: la coquetísima Luna lunera- , ni por descontado su álbum navideño, mantuvieron el nivel inicial. Tampoco el resto de las colaboraciones del trío (a priori igual de atractivas, con voces como Gigliola Cinquetti), soportan la mínima comparación a la hora de bailar agarrados.
Pueden escuchar ustedes el disco completo aquí.
Nota: Para quien no sepa cómo terminó la historia, Gorme acabó encasillándose en el rollo latino y Los Panchos se degeneraron en una franquicia chunga como pasó en España con los circos de terceras y cuartas generaciones de Fofito.
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