Para quienes sobrevivimos sólo con el hemisferio derecho del cerebro, la obra de Arthur F. Kales (†1936) es una fiesta. Observen por ejemplo sus ninfas de mirada extraviada y pequeñas tetas abrazando matraces aforados: todo muy fálico, muy freudiano, muy del último Kales.
El tipo me cae bien porque se adentró en la fotografía como un conquistador dispuesto a comprar la selva por un puñado de espejos, y como habréis adivinado, antes de fotografiar sus ensabanados personajes interactuando con pinturas, ya pintaba fotografías.
Digamos que consiguió vender todos sus espejos y se hizo pictorialista. Pero Kales fue, sobre todo, escenógrafo, y se pirraba por dos cosas: la estética Escrituras Hebreas en plan bizarro, y la impresión al bromóleo. En verdad les digo que para encontrar otra pinup tamaño blister que me guste tanto como ésta de los rizos tendría que remontarme a los cuadros de Mel Ramos en los 60. Queda así demostrado que ya en su día Kales era igual de cachondo, y también, a su manera, igual de pop.
Comentarios
Publicar un comentario