Marca España: el outfit agropijo


El colapsante lookbook que hoy les traigo puede pertenecer a Piel de Toro, Santa Marta o cualquier otro representante textil de la Marca España en su variante campera-trash. Comprendo que está feo señalar, sobre todo con la que está cayendo en el sector, pero sirva esta entrada de recordatorio sobre cómo se las gastan, en ciertas capitales de provincia, los domingos a la hora del vermú.


De la pareja protagonista digamos que él aspira a representar el neolatifundista dolicocéfalo mediterráneo, moreno y con carácter, sabedor de la importancia de un detalle rojigualdo en su atuendo, excelente amo de casa pero que si tiene que levantar la mano a la parienta se la levanta. Ella, señora de su señor, y no digo más. ¡Un aplauso, eso sí, para el no menos aburguesado atrezzo!


Este otro de aquí arriba, apenas sostenido sobre sus propios empeines y todavía con el móvil en el bolsillo (la sesión de fotos fue así, rapidita) le queda mal hasta el palo de golf. Nótese que cada elemento y estampado de la indumentaria agropija -aquí no salen polos tipo Spagnolo, pero son la prenda sobre la que este estilo comete más abominaciones, dando sentido pleno al término abanderarse- es inofensivo per se: el problema radica en la acumulación irracional y por supuesto su valor como símbolo, pues al final lo importante no es tanto vestir bien como españolear cuanto más mejor.


Y los dejamos en su cortijo imaginario, intentando armonizar esos colores lima y jerseys anudados, con la sempiterna pose de cocainómano fino y permanentemente alerta por si suena Siempre Así para salir a echarse un bailecito.  El mundo es un lugar extraño, amigos.

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