Jazz para cazar tornados: The Texas Twister (Don Wilkerson, 1960, Riverside)


The Texas Twister es ese tipo de discos para el que se inventaron los blogs: mercancía poco difundida pero con su potencial intacto. El de Wilkerson es uno de esos casos que te hacen odiar a veces la Blue Note. Enseguida me entenderéis. Empezó siendo lo más parecido a un músico de sesión (su saxo suena en muchos éxitos de Ray Charles) hasta que lo enrola Cannonball Adderley, quien le tenía echado el ojo desde que lo vio hacer el bruto en Miami Beach en el 55, apadrinando su estreno dentro de una serie propia para Riverside junto a otras promesas tejanas como David "Fathead" Newman. Se buscaba promocionar el sonido de la zona, un supuesto modo de morder el instrumento y tocar a pulso al que yo no consigo verle nada en común, aparte del brío propio de los debutantes.


Bien, la cuestión es que este álbum es una jodida maravilla con trallazos como esa primera descarga sónica de seis minutos titulada The twister, con Bill Higgins marcando ritmos sincopados, el bajo de Leroy Vinnegar trepidando, Barry Harris atrincherado en el piano y Nat Adderley dando sus réplicas de trompeta al fraseo espamódico de Wilkerson. Por cierto que, como el master de estas sesiones ya no existe, el sonido de las reediciones deja bastante que desear; pero permiten hacerse una idea de lo que significa tocar como si no existiese un mañana. La Blue Note se apresuró en ficharle pero no veía claro ese sonido tejano tan monolítico, por lo que reorientó al saxofonista hacia el soul de acompañamiento de sus primeras grabaciones. Sus tres discos para este sello suenan casi paródicos, y al lado de lo que prometía The Texas Twister, la carrera posterior de Don Wilkerson me parece puro desperdicio.

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