La jaula de oro (Quemada-Díez, 2013). Carne para la picadora

La jaula de oro es ése tipo de cine que se dice necesario, el que debiera proyectarse en las aulas escolares. Sin embargo su éxito comienza y acaba en los festivales. Y es, no está de más decirlo, cine hecho por un burgalés que emigró a México y allí descubrió aquellos trenes; trenes abarrotados hasta el techo, rumbo a los USA. Sobre uno intentarán huir Juan, Sara, Samuel y Chauk, cuatro adolescentes que representan la primera gran baza de La jaula: un magnífico casting.
El otro acierto es haber escondido su fábula terrible dentro de una cinta de aventuras, y ésta a su vez, bajo la áspera piel del cine documental. Diego Quemada-Díez no titubea pero empieza por el principio (todo se basa en experiencias reales de inmigrantes: la trata de blancas, la explotación infantil, los secuestros exprés, las mulas de la droga...) y puede llegar a ser más explícito cuando omite que cuando enseña. Muestra de ello es un momento clave a mitad de la película protagonizado por el personaje de Karen Martinez, posiblemente la escena más angustiosa que recuerdo en mucho tiempo, y que es donde por fin se destapa la jaula para que veamos, brillantes y afilados, sus listones.

Comentarios

  1. No la conocía. Me la reservo para cuando tenga suficientes omeprazoles en casa ;)

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    1. Creo que te gustará, Enrique. Nula distribución en España, por cierto, pese a ser coproducción y al montón de premios que lleva cosechados.

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