Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961)


Kurosawa + Mifune = Oro molido. Pasa en Akahige, en Trono de sangre... y por supuesto en Yojimbo. Pongamos por caso que no has visto todavía nada de Kurosawa; que tampoco conoces a Mifune. Ah, ¡cómo os envidio! ¡qué bien os lo vais a pasar con este par!
Si Los siete samuráis es verdad y aventura, belleza y muerte, Yojimbo también es todo eso, pero sintetizado en dos horas de puro placer cinéfago. Se trata, otra vez, de un samurai western que coloca la cámara de mil aumentos de Kurosawa sobre una pequeña comunidad inoculada de maldad y miedo. Pero, por encima de todas las cosas, Yojimbo equivale al mejor ronin encarnado por Toshirō Mifune, que quiere (y sabe) explotar al máximo su fisicidad en un personaje tan marrullero como adorable.
Pocas veces el director japonés conseguirá atraer a tantos públicos distintos hacia un misma historia -la del infierno de cobardes donde todos quieren contratar al mortífero samurái para aniquilar al contrario-, claramente occidentalizada y menos aparatosa que otros títulos de la misma etapa como La fortaleza secreta. De hecho, aprovechó el tirón de la película para hacer una secuela francamente regulera, aunque su duelo final sea un puntazo: Sanjuro (1962).
¿Convencidos? Entonces busquen la edición de Criterion Collection, como siempre un lujo para el espectador. Y recuerden: oro molido.

Comentarios

  1. ¿Sanjuro más regulera? No sé, tendría que volver a verlas y compararlas, pero creo que mantenía el nivel.

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    1. Vi ambas el mismo fin de semana y Sanjuro me parece menos satisfactoria en todos los aspectos, aunque tiene momentos memorables. Un abrazo, Enrique!

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